A veces es indescriptible redactar lo que se siente al probar un icono del automovilismo. El Ford Mustang se ha ganado el corazón de muchas personas, y en gran parte, también el mío. Icono de finales de los 60 y principios de los 70, donde los Muscle Car rugían con fuerza en los Estados Unidos y se escuchaba en la radio a los Beach Boys, todavía hoy, sigue siendo el deseo de muchos ese de recorrer la costa oeste a lomos de un pony car como el Ford Mustang que hoy os presentamos.
Si a vosotros también se os pone la piel de gallina al oír rugir un motor V8 atmosférico -de los que ya pocos quedan- o habéis fantaseado alguna vez con hacer una locura y compraros un muscle car en el continente europeo, quizá no deberíais leer esta prueba, el Ford Mustang nos ha sorprendido por partida doble.
Y digo por partida doble porque la prueba que hoy lees, querido lector, se lleva gestando desde hace mucho tiempo. Concretamente, desde hace 2 años. Como habrás podido notar, Monky Cars tuvo una caída en la frecuencia de redacciones de prueba, donde yo soy el principal responsable, y en parte culpable, de no haber mantenido dicha frecuencia. Allá por el año 2019 probábamos el primer Mustang que ha pasado por mis manos, un precioso modelo descapotable amarillo automático, de 10 velocidades.
Si bien es cierto que, en mi opinión, estos coches deberían tener esa buena palanca de cambios cerca (no demasiado) de la palanca del freno de manos, siempre me quedó esa espinita clavada de cómo sería probar un Ford Mustang manual. Pues bien, hace poco la marca americana nos deleitó con la cesión de un Mustang manual, y por ello, voy a aprovechar para narrarte, a ti, seas nuevo o nos lleves apoyando desde 2016, cómo es tener bajo tus pies 450 CV de puro rugir americano.
El motor, la pieza central
¿Qué es para ti un Ford Mustang? Esta pregunta quizá sea clave, y apuesto a que cada uno de nosotros tendrá una respuesta diferente. Para algunos, será su estética, para otros, por la cultura americana, esa del rock and roll, y para otros, seamos sinceros, será puro postureo, pero para todos hay una pieza clave, inherente, el motor.
El Ford Mustang monta, en su interminable capó, un motor V8 de 5 Litros atmosférico Ti-VCT que es capaz de dotar, de forma exclusiva a las ruedas traseras, 450 caballos de pura fuerza americana. Su par motor máximo se encuentra en torno a las 4.500 rpm con una fuerza de 529 Nm. Por otro lado, su velocidad máxima se sitúa en 250 km/h, limitada electrónicamente, y es capaz de hacer el 0 a 100 km/h en tan solo 4.6 segundos. Segundos que disfrutarás, te lo aseguro.
El motor, como digo, es la pieza clave, y es algo de lo que te das cuenta nada más te montas en el coche y arrancas. Para mí fue una rutina, y te aseguro que no me importaría revivirla cada día. El Ford Mustang cuenta con cuatro modos de escape, siendo éstos “Silencioso”, “Normal”, “Deportivo” y “Circuito”. Si bien es cierto que la diferencia entre Normal y Deportivo no es excesiva, sí lo es entre Silencioso y Circuito, dando la sensación de que son dos coches totalmente diferentes. Siendo sinceros, si te compras este coche pocas veces activarás el modo Silencioso, pero es algo que se agradece que esté, para aquellos que no quieran despertar a sus vecinos. Por otro lado, el modo “Circuito” es una auténtica gozada, liberando todas las frecuencias que emanan del motor V8 y obligándonos a apagar la música, porque con este coche otra cosa no, pero la música sobra.
La estética, pura cultura del Rock and Roll
Costa oeste, los Rolling en el sistema de música -firmado por Bang and Olufsen, por cierto- y un V8 sonando de fondo, ¿se puede esperar algo más? Pues sí, unas líneas que acompañan. La silueta del Ford Mustang es inconfundible y sus rasgos, agresivos y marcados, son reconocibles por todas las personas, les gusten o no los coches. Si bien es cierto que no acepté de buena manera el ligero retoque estético que sufrió el Ford Mustang en 2018, he de decir que, después de haber tenido entre las manos dos unidades, estos ligeros cambios actualizaron y modernizaron la silueta de 2015.
Aún así, desde el 2005, año en el cuál se retomó esa estética marcada por la primera generación allá por los finales de los años 60, el Mustang dejó atrás esos diseños tan extraños y se centró en lo importante, líneas anchas, frontal marcado y parte trasera gobernada por las luces dispuestas en vertical. En la parte baja de la zaga, reinan los cuatro tubos de escape, origen de la sinfonía Mustang, y un difusor que, a pesar de que no hemos podido probarlo ya que no hemos tenido acceso a circuito, dudo mucho que tenga una gran utilidad. Aún así, ahí está, aunque al menos sea por postureo. Como opcional también se puede montar sobre el maletero un alerón, cuyo valor es de 504€.
¿Realmente caben dentro 4 personas?
Bueno, la respuesta simple, no. La respuesta larga, quizá. Es cierto que el Ford Mustang cuenta con 4 asientos, dispuestos en 2+2. Los grandes beneficiados de esta distribución, como es obvio, son los pasajeros de la parte frontal. El Mustang en la parte delantera es como la típica casa americana que siempre sale en las películas, grande, cómoda, con buenos asientos de cuero y con dos buenos reposa vasos -eso que no falte-. Dejando las bromas aparte, los asientos delanteros están calefactados y ventilados, en el caso del conductor también cuentan con configuración electrónica y ofrecen la mezcla justa de comodidad y deportividad. Buen agarre para las curvas y motivos para echar una siesta entre circuito y puerto de montaña, a partes iguales.
Los que sí que no salen muy beneficiados son los usuarios de las plazas traseras. Si alguna vez vas a probarlos, espero que no seas muy alto, porque si mides más de 1.75 metros lo vas a pasar mal, te lo dice uno que lo ha sufrido -por poco tiempo, eso sí-. La parte mala de estos asientos no viene derivada de un escaso hueco para las piernas, que también, si no porque, si mides más de la altura comentada, es muy probable que tu cabeza apoye directamente en el cristal de la parte trasera, y no en el reposacabezas. Esto no es un gran problema si el trayecto va a ser corto, pero no es muy recomendable para un viaje de más de 30 kilómetros. Yo al menos no aguantaría. A esto se le suma una notable sensación de confinamiento debido a las molduras del interior.
Gran Turismo americano
Llegamos a la pregunta más importante… ¿cómo se mueve? El Ford Mustang no es un coche pequeño, y sus 4,79 metros de largo y 1,91 metros de ancho se hacen notar. A pesar de tales dimensiones, la marca americana ofrece como opcional el sistema de suspensión Magneride, el cual utiliza un líquido magnético compuesto por partículas de hierro repartidas en aceite las cuales son controladas por electroimanes. Esto hace que la suspensión sea más firme en curvas o más suave en tramos urbanos. Nuestra unidad no contaba con dicho elemento, por lo que no podemos detallar en profundidad como se siente.
Lo que sí que podemos contarte es cómo se mueve por curvas, y lo hace sorprendente bien a pesar de sus dimensiones. La carrocería no balancea en exceso en cambios bruscos de dirección y su frenada es potente gracias a sus discos de freno delanteros de 380 milímetros.
Por otro lado, si por algo destaca este Gran Turismo americano es por su potencia. Activando el modo “Circuito” dispondremos de todo el arsenal disponible en este pony car, y si desactivamos el ESP y el control de tracción sacaremos a relucir todas las bondades del motor V8 atmosférico. Además, el Ford Mustang cuenta con un modo Launch Control, que es una verdadera pasada. Dispara al muscle americano de 0 a 100 km/h en tan solo 4.5 segundos. Sin duda, te saca una sonrisa de oreja a oreja ver cómo se mueve un coche tan voluminoso, aderezado por ese rugir característico de los V8 atmosféricos que, tristemente, dejarán paso a coches menos disfrutables al oído.
¿Manual o Automático?
Quizá esta pregunta tenga muchas respuestas, y es que dependerá mucho del estilo de conducción de cada uno, sus necesidades y para qué irá destinado el Ford Mustang cuando lo tengas en el garaje. En mi opinión, como poseedor de un Golf 2 GTI, y después de haber probado las dos versiones, me quedo con la versión manual.
La versión automática cuenta con una caja de cambios de tipo convertidor de par de 10 velocidades. Lo bueno de este tipo de cambios es que son suaves, y, por tanto, a penas notarás cuando el coche engrana una marcha. Lo malo, que hace que el Mustang pierda, de forma ligera, esa deportividad inherente a una caja de cambios manual. Elegir el momento justo en el que accionar la palanca de cambios, jugar con ella y sentir ese vínculo con el coche solo es posible con los cambios manuales, y yo personalmente así lo prefiero.
La versión manual cuenta con una caja de cambios de 6 velocidades con unos desarrollos muy bien medidos, permitiendo al Ford Mustang desatar todo su potencial. Por otro lado, la última marcha brinda la opción al conductor de una conducción relajada y conservadora, dotando así al Ford Mustang de unos consumos que, sinceramente, me sorprendieron para bien, con una media, llevando el coche de forma normal y sin hacer acelerones innecesarios, de 9.3 l/100 km.
Una experiencia única
Como dije unas líneas atrás, es triste ver la deriva que está tomando el mercado y las restricciones impuestas por los gobiernos europeos. Asu vez es entendible, siendo realistas el mantenimiento, ya no solo en componentes mecánicos si no en combustible de un Ford Mustang merece un momento de reflexión antes de su adquisición, un proceso que, en otros países, como Estados Unidos, donde la gasolina roza los 80 céntimos por cada litro, es inexistente.
Aún así, y como siempre digo, hay que agradecer de todo corazón a que las marcas, cada vez menos, sigan apostando por vehículos así, vehículos que no necesitan de tomarte un café cada vez que lo vayas a repostar, y que, aun estando estacionados, son capaces de sacarte una sonrisa, te gusten o no los coches. Gracias a Ford España por la cesión de este icono del mundo del motor.
¡Larga vida al Ford Mustang!
- Motor delicioso
- Comportamiento noble
- Sonido puro V8
- Plazas traseras
- Equipamiento